Un día, un hombre de una familia muy acomodada, descansaba y observaba a su único hijo, era pequeño, y como todos los niños jugaba en su habitación con los mejores juguetes que un pequeño deseara, pecho abajo en su gigantezca cama y escuchando una pantalla enorme a un costado la cual proyectaba programas infantiles, no le llamaba la atención voltear a verla, claro, podía hacerlo cuando él quisiera.
Su padre pensó por un momento que era tiempo de darte una lección, pues el niño no se veía muy entusiasmado por lo que poseía, así que lo tomó de la mano y le dijo:
-¡Ven hijo vamos de paseo!
El niño sorprendido por la noticia tomó sus pertenencias y se alistó para salir, llenó su maleta de dulces, juguetes, y unas cuantas prendas para vestir.
-¿Y mamá?
-¿tu mamá?, bueno eeh... no sé, supongo que en el trabajo, pero ella no irá.
-¿A dónde vamos papá?, preguntó emocionado el niño,
-Vamos a un lugar que te gustará, contestó el padre, Desde este momento te digo que quiero que observes todo lo que haya a tu alrededor y no pierdas ningún detalle, no deben existir ningún tipo de preguntas, solo observa y después tendremos mucho tiempo para conversar.
Después de largas horas de camino, por fin llegaron, era un pueblo muy humilde, con casas de láminas y adobe, calles empedradas, olor a estiércol, gente trabajando en sus tierras y niños con las mejillas un poco sucias, con ropas desalineadas y pies descalsos.
La intención del padre, era que el niño valorar todo lo que tenía en casa y se diera cuenta de todo lo que el gozaba.
Pidieron posada en una casita muy cerca de donde se encontraban, donde los dueños enseguida la ofrecieron de corazón, comieron tortilla con un poco de sal, tomaron agua de cántaro y durmieron en el establo, con los animales de trabajo, así pasaron una semana completa, hasta que el padre decidió que era tiempo de partir.
Después de agradecer la hospitalidad de los dueños de la casa, el padre tomó a su hijo nuevamente y se encaminaron hacia casa.
El niño nunca preguntó nada y su regreso fue más lijero, pues los dulces juguetes y ropa habían sido olvidados, "según el padre".
Ya en casa y después de un buen baño, el padre dice a su hijo...
-Pues bien, creo que es momento de que platiquemos, tomo su inocente carita y esperando ver tristeza y remordimiento, vío los ojitos más brillantes que nunca había visto.
El niño pensativo y dando un fuerte suspiro aceptó.
-Díme pues ¿Qué fue los que observaste?
-observé y aprendí muchas cosas papi ¡¡El viaje fue estúpendo!!!
El padre sorprendido y sin habla intentó interrumpir...
-¿cómo que ....?
-Ahora papi no quiero ningun tipo de preguntas, solo escucha, ya tendremos tiempo de platicar...
El padre continuo escuchando...
-Por primera vez he sentido el calor de un hogar y el amor de una familia, mientras a nosotros nos preparan los mejores platillos en casa, allá los hacía la mano amorosa de una madre a su familia, nosotros tenemos un perro de mascota, ellos tienen cientos de animalitos que acariciar, nosotros tenemos un patio enorme tapizado de mosaico por el que nunca ha rebotado una pelota, ellos tienen el infinito del horizonte, nosotros tenemos lámparas importadas de Europa, ellos tienen las estrellas, nosotros tenemos alberca en casa, ellos tienen la inmensidad del mar, nosotros tenemos aire acondicionado y una sala para descansar, ellos tienen la frescura del pasto y la sombra de los árboles para hacerlo, a ti te falta tiempo para el trabajo, a ellos les sobra para darle amor a sus hijos, y sabes papá sobre todo yo en particular, tengo video, una pantalla gigante, miles de juegos en computadora, y cientos de juguetes para entretenerme, ellos tienen una pelota, se dicen una y otra vez cuanto se aman y en fin papi muchas cosas que creo nunca podré tener.
Te doy las gracias por ese grandioso viaje y permitirme vivir momentos tan maravillosos con una familia de verdad, aunque mucho me hubiera gustado que fuera la mía...
El padre con lágrimas en los ojos, comprendío que en ese momento "ALGUIEN TOMARIA UNA BUENA LECCION"

Padres: amen a sus hijos
Hijos: comprendan a sus padres